Contaminación por plásticos y su exponencial crecimiento

Desde hace algunas décadas hemos sido testigos de la manera en que la producción y consumo de plásticos a lo largo y ancho de nuestro planeta ha aumentado de una manera exponencial. Desafortunadamente, ha sido precisamente nuestro planeta el que ha tenido que pagar las consecuencias de este fenómeno.

Y es que debemos recordar una cosa: el plástico es un material de larga duración. Por lo mismo, puede tardar décadas, si no es que siglos, en descomponerse. Esto, aunado a la falta de cultura ambiental que aún prevalece en buena parte de la sociedad (ya sean individuos, empresas o gobiernos), ha generado la acumulación de una cantidad masiva de residuos fabricados a partir de este material en el medio ambiente.

El impacto negativo de esta problemática ha cobrado gran visibilidad, al perjudicar considerablemente a los ecosistemas y alterar el clima. Pero, además, afecta seriamente la salud humana y a diversos sectores económicos que dependen de los recursos naturales como un medio de subsistencia. Por todo esto, es importante comenzar a conocer y tomar conciencia de este gran problema que sigue creciendo cada día.

Cifras para entender el efecto de la contaminación por plásticos

La contaminación por plásticos ha llegado a tal nivel que ya está causando estragos en la economía. Solo así hemos podido empezar a entender la magnitud de este problema. A nivel mundial, se estima que las pérdidas anuales generadas por esta situación rondan entre los 500 mil millones de dólares y los 2.5 billones de dólares. Varios sectores, como el turístico, el inmobiliario, el pesquero y el agrícola, ya resienten el impacto.

Sin embargo, es evidente que el costo del problema es aún mayor y no se limita a lo económico. El índice PWMI (Plastic Waste Makers Index) de 2023, creado por la Fundación Minderoo, muestra un aumento notable en el consumo de plástico de un solo uso en el periodo comprendido de 2019 a 2021, al pasar de 133 a 139 millones de toneladas, es decir, 15 veces más en comparación con el uso de plásticos reciclados.

Actualmente, se estima que hay más de 150 millones de toneladas de plásticos de un solo uso acumulados en los océanos, de los cuales entre 4.8 y 12.7 millones se vierten de manera anual. Todo ello sirve para darnos una idea de la magnitud que este problema ha llegado a alcanzar.

Impacto negativo de los plásticos de un solo uso

Para definirlo de manera breve, el plástico es un material sintético derivado de recursos como el petróleo, gas natural, carbón, sal común y celulosa, Para obtenerlo, se llevan a cabo reacciones de polimerización de estas materias primas. Sin embargo, como lo hemos mencionado más arriba, cuando se trata de plásticos de un solo uso, tardan periodos muy largos en degradarse.

Dentro de sus consecuencias más notorias, podemos observar la muerte de gran parte de la fauna marina al quedar atrapada entre estos residuos o confundirlo con alimento para luego ingerirlo. Además, durante el tiempo que tardan en degradarse, pueden liberar químicos perjudiciales para la biodiversidad. De igual manera, representan un foco de infecciones y enfermedades, al proliferar diversas especies de bacterias en estos residuos.

Mejor gestión de los residuos y consumo responsable

Si bien se han hecho esfuerzos importantes para gestionar de mejor manera los residuos derivados del plástico, crear conciencia en la sociedad sobre los impactos negativos de la contaminación e implementar regulaciones más estrictas, el problema no parece resolverse. Por el contrario, continúa empeorando.

No es difícil darse cuenta de que las compañías productoras de combustibles fósiles y fabricantes de plásticos, lejos de atacar el problema, están contribuyendo a hacerlo aún más grande, al aumentar considerablemente la producción de los plásticos de un solo uso en lugar de reducirla.

Frente a este complejo panorama, resulta necesario un cambio de enfoque y de actitud para frenar la producción de este tipo de plásticos. Y dentro de ello, harán falta alternativas como incentivos financieros que fomenten la cultura de la reutilización y el reciclaje, además de construir o instalar la infraestructura adecuada para ello.

Pero más importante aún, debemos estar dispuestos a realizar ese cambio de actitud y tomar conciencia absoluta sobre el problema y la importancia de adoptar dicha cultura, así como un sentimiento de responsabilidad cívica a nivel colectivo. Y, desde luego, comenzar a tomar acción. De esta manera, será más sencillo encaminarnos hacia una adecuada estrategia de gestión de los desechos.

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